domingo, 5 de junio de 2016

El Quijote, los romances y el rap


Al parecer, Cervantes conoció y pudo haberse inspirado en un entremés para la creación del que sería el protagonista de su genial novela. Sea cierto o no, esto no quita ni pone ningún mérito en su obra. Ya hemos hablado en clase de lo diferente que resultaba en el Renacimiento el concepto de "originalidad". Con todo, creo conveniente que leáis ese romance para comentar después en clase vuestra impresiones.
Aquí lo tenéis:entremés de los romances
Mirad este vídeo. En este caso tenemos una creación popular a partir de la novela, es decir, justo lo contrario que ocurriría con el romance, que sería el punto de partida.

Os propongo unas cuestiones:

¿En qué capítulos se basa?
¿Cómo piensas que el cantante consigue ese ritmo tan pegadizo?
¿Qué importancia tiene ahí la métrica?

Seguimos con los romances. En este que os copio a continuación podréis apreciar cuál es la idea mayorita que tenían los primeros lectores del Quijote. Leedlo y lo comentamos en clase.


Testamento de Don Quijote

 

                 Romance

                      [Fragmento]


De un molimiento de güesos,
a duros palos y piedras,
Don Quijote de la Mancha
yace doliente y sin fuerzas.
Tendido sobre un pavés,
cubierto con su rodela,
sacando como tortuga 
de entre conchas la cabeza;
con voz roída y chillando,
viendo el escribano cerca,
ansí, por falta de dientes,
habló con él entre muelas:
Escribid, buen caballero,
[...] el testamento que fago
por voluntad postrimera.
Y en lo de "su entero juicio"
que ponéis a usanza vuesa,
basta poner "decentado",
cuando entero no le tenga.
A la tierra mando el cuerpo;
coma mi cuerpo la tierra,
que, según está de flaco,
hay para un bocado apenas.
En la vaina de mi espada 
mando que llevado sea
mi cuerpo , que es ataúd
capaz para su flaqueza.
Que embalsamado me lleven
a reposar a la iglesia,
y que sobre mi sepulcro
escriban esto en la piedra:
"Aquí yace Don Quijote,
el que en provincias diversas
los tuertos vengó, y los bizcos,
a puro vivir a ciegas".
A Sancho mando las islas
que gané con tanta guerra:
con que, si no queda rico,
aislado, a lo menos queda.
Ítem, al buen Rocinante
dejo los prados y selvas
que crió el Señor del cielo
para alimentar las bestias.
[...] De los palos que me han dado,
a mi linda Dulcinea,
para que gaste en invierno,
mando cien cargas de leña.
[...] Mi lanza mando a una escoba,
para que puedan con ella
echar arañas del techo,
cual si de San Jorge fuera.
[...] Dejo por testamentarios
a don Belianís de Grecia,
al Caballero del Febo,
a Esplandián el de las Xergas.


                Francisco de Quevedo, 1616




Carmen Villanueva

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